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El tratado de viticultura más antiguo del mundo en castellano, de 1520, tiene su origen en tierras onubenses

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Fray Juan de Siruela, monje jerónimo, primer prior del Monasterio de la Luz, fue el autor del tratado de Viticultura

Fray Juan de Siruela, monje jerónimo, primer prior del Monasterio de la Luz, fue el autor de este antiguo tratado de Viticultura

J. A. de Mora. Hay muchos más ámbitos de los comúnmente conocidos en los que la provincia de Huelva tiene condición de pionera. En este sentido, a más de uno podrá sorprender que el primer rector del majestuoso Monasterio de La Luz, situado en lo alto de una loma, en las proximidades del pueblo onubense de Lucena del Puerto, haya sido el autor del tratado de viticultura más antiguo en lengua castellana que se conoce en la historia y que se conserva en la Biblioteca Nacional de España.

Pero esa sorpresa puede mitigarse al aproximarnos a la figura humana y al espacio físico en el que gestó los conocimientos que darían lugar a esta obra de valor incalculable. La fundación del Monasterio data de finales del siglo XV, a partir del testamento otorgado en 1491 por el caballero moguereño, don Diego de Oyón, a favor de la Orden Jerónima.

La gran actividad agrícola de la antigua Hacienda de Parchilena fijó la atención del monje jerónimo

La gran actividad agrícola de la antigua Hacienda de Parchilena fijó la atención del monje jerónimo

En aquellos tiempos esta corporación religiosa era probablemente la más notable del reino. Entre más de 50 cenobios, era titular de los monasterios de Guadalupe y Yuste, y poco más tarde regirían el Real Monasterio del Escorial. Hoy en día de esta Orden tan relevante en la historia de España tan solo queda una decena de monjes, que habita el Monasterio de Santa María del Parra, en Segovia.

La explotación de la vid onubense propició el estudio que dio lugar al primer tratado de viticultura

La explotación de la vid onubense propició el estudio que dio lugar al primer tratado de viticultura

Volviendo a nuestro relato, Diego de Oyón, casado con doña María Álvarez de Cárdenas pero sin descendencia, legó a los monjes jerónimos la inmensa fortuna que había acumulado como experto en leyes trabajando para la alta nobleza de Castilla, particularmente para el IV Conde de Niebla, Juan Alonso de Guzmán, y el Señor de Palma del Río, Martín Fernández Portocarrero.

La única condición que estableció a la orden monacal fue que tenía que erigir en la Hacienda de Parchilena, próxima a Lucena del Puerto, un monasterio bajo la advocación de Nuestra Señora de La Luz, y allí celebrar cultos por las ánimas del matrimonio y de su familia.

Nuestra Sra. de la Luz, patrona de Lucena del Puerto y Titular del monasterio jerónimo

Nuestra Sra. de la Luz, patrona de Lucena del Puerto y Titular del monasterio jerónimo

El monje originario del Monasterio de Guadalupe, fray Juan de Siruela, fue nombrado primer prior de la institución, y encargado de levantar el colosal complejo que marcaría la historia de Lucena del Puerto desde entonces y a lo largo de muchos siglos. Siruela, sin embargo, no lo tuvo fácil. Desde el primer momento contó con la oposición del Conde de Niebla (ya Duque de Medina-Sidonia) que entendía que la Hacienda de Parchilena era de su propiedad, al habérsela concedido como pago de sus servicios al fallecido Diego de Oyón pero con carácter vitalicio.

Durante casi tres años la hacienda sobre la que se edificaría el Monasterio de la Luz fue ocupada por los soldados del conde iliplense, impidiendo la actuación de los monjes.

El Monasterio de La Luz se erigió como voluntad testamentaria del caballero moguereño don Diego de Oyón

El Monasterio de La Luz se erigió como voluntad testamentaria del caballero moguereño don Diego de Oyón

La Orden Jerónima estuvo a punto de abandonar la tarea encomendada por Oyón, pero la tenacidad de Fray Juan de Siruela culminó con la gestión definitiva que realizó ante los Reyes Católicos quienes, conmovidos por la posición de los frailes –que entre otras dificultades contaron con la oposición del Arzobispo de Sevilla, don Diego Hurtado de Mendoza, que apoyó sin reservas al Conde de Niebla-, determinaron que el Conde abandonara Parchilena y pudiese levantarse el fenomenal enclave, orgullo de los luceneros y de Huelva en general.

La relación establecida entre Fray Juan de Siruela y los Reyes Católicos llegó a ser tan estrecha que el Rey Fernando acudió a pasar sus últimos días en una morada de la Orden afincada en Guadalupe, asistido por nuestro fraile protagonista que por entonces, 1516, acababa de abandonar el Monasterio de la Luz al ser nombrado prior del monasterio cacereño.

Los primeros monjes jerónimos de Lucena del Puerto llegaron procedentes del Monasterio de Guadalupe

Los primeros monjes jerónimos de Lucena del Puerto llegaron procedentes del Monasterio de Guadalupe (Cáceres)

La Hacienda de Parchilena, convertida en Monasterio de la Luz, era un imponente núcleo de riqueza agrícola y ganadera. Contaba con una extensión de más de mil hectáreas de cepas y olivos, que eran cultivadas con setenta bueyes y el trabajo de los habitantes de Lucena del Puerto, amén de las cincuenta familias que vivían aledañas al monasterio para ayudar a los monjes.

En este complejo, Juan de Siruela estudió y puso en práctica las técnicas de cultivo que posteriormente plasmaría en el tratado al que nos referimos. La singular obra de Siruela consta de 40 capítulos en los que muestra con exquisita precisión técnicas de producción, conservación y administración de los vinos.

El Monasterio de la Luz fue también durante siglos un foco de espiritualidad, cultura y ciencia, donde vivieron los jerónimos hasta la desamortización de Mendizábal, en 1836, momento en el que la Imagen de Nuestra Señora de la Luz, patrona de Lucena del Puerto, pasó a presidir la parroquia del pueblo, y el cenobio a propiedad particular, que lo transformó en finca-cortijo.

En el Monasterio de la Luz estuvieron los Jerónimos hasta 1836

En el Monasterio de la Luz estuvieron los Jerónimos hasta 1836

A partir de 1974 se inició una profunda labor de restauración que ha permitido que pueda ser admirado como Monasterio en nuestros días, recuperando la huella que Fray Juan de Siruela dejó en el amanecer del siglo XVI.

Desde 1985 está catalogado como BIC en la categoría de monumentos, y hoy muestra una armoniosa combinación de estilos gótico, mudéjar y renacentista, considerándose uno de los más valiosos complejos histórico-artísticos de la provincia.


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